Cartas postales tienen una imagen ambivalente: estándo al borde de tu camino durante una tarde de compras, tan pequenitas y por tanto bastante denostadas. De todas maneras conquistan los corazones absolutamente! Tal vez de una manera más personal y directa que aquellos cuadros exclusivos en una exhibición.
En el año 400 después de la fundación de la ciudad Mannheim, edité dos series de mis cartas postales más al mercado, que ya estaba inundado por causa del aniversario. Para mi el desafío era mi mirada distinta que ya la he fijado desde hace 20 años como habitante: ninguna de mis fotos era guiada por el objetivo final. Más bien me fascina el descubrimiento de la luz
alucinante en el motivo, las colores que nacen de tal manera, y lo fugaz del momento que unicamente se puede fijar en fotos.
Así que el momento del retrato juega el segundo papel principal. Este momento se levanta como marca de calidad – encima de la fotografía usual y "atemporal" en cartas postales. Por supuesto las dos símbolos de Mannheim son eternizadas: la torre del agua y la torre de emisíon. Pero cada vez con una nota irónica, experimental o también como instantánea. Es así por la omnipresencia de sus siluetas en nuestra memoria gráfica.
También se debe reconocer en las fotografías que los motivos no se traten de lugares de "distribución", sino de fotos de una persona que realiza su vida en esta ciudad, que la considera como su hogar, que conoce Mannheim. Además:
que siempre será curioso por el cambio eterno del microcosmo ciudad!
El Berndo 2007
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